Contrastes
Pronto hará un mes que estamos viviendo en Juriquilla, una zona residencial de lujo en el norte de la ciudad de Santiago de Querétaro. Aunque imaginábamos que estaríamos en un lugar más o menos cómodo y protegido, para nada esperábamos llegar a vivir en un complejo con tantos lujos. Es algo que se sale por completo de nuestra manera habitual de vivir, aunque tengo que admitir que, a lo bueno, uno se acostumbra rápido.
Por lo que estamos viendo, México es un país lleno de contrastes. Mientras unos vivimos como si fuéramos los protagonistas de una película de chicos bien, otros viven en barrios mucho más pobres y algo degradados, lugares que los mismos lugareños nos aconsejan no visitar.
Lo que más me gusta de las ciudades que hemos visitado son sus cascos antiguos de estilo colonial. Me fascina esa época histórica y es la primera vez que puedo verla, vivirla, tocarla a través de los vestigios reales. Las plazas ajardinadas, con enormes árboles muy bien cuidados para que nunca falte la sombra, las calles empedradas, los edificios coloniales llenos de color, las iglesias también coloridas y mucha gente paseando o sentados tranquilamente pasando el día en familia.
Una de las cosas que más nos ha sorprendido es que aquí la religión está muy viva. En el centro histórico, se respira a cada esquina, con muchas iglesias y gente de todas las edades asistiendo a misa. Incluso un día escuchamos a un predicador dar su charla con un megáfono en medio de una plaza llena de familias pasando el día allí tranquilamente.
Sin embargo, esta parte más viva de la ciudad, no está siempre a nuestro alcance. Nosotros vivimos a unos 30 minutos en coche del centro, y eso si no hay tráfico. Lo vimos el primer día, cuando tuvimos que cruzar la gigantesca Ciudad de México en coche, y ocurre lo mismo aquí en Querétaro: las distancias son enormes y el tráfico puede llegar ser desesperante. Necesitamos el coche para todo y en la zona donde vivimos no hay núcleo urbano, no hay un lugar para encontrarte con otras personas. Todos son complejos cerrados y algunos supermercados.
Una de las cosas que más nos ha impactado es la cantidad de centros comerciales que hay en la ciudad. Están en cada esquina, algunos pequeños llamados Plaza y otros tan descomunales que te puedes llegar a perder en ellos. Pero a medida que nos vamos integrando en la vida de aquí nos hemos dado cuenta del papel que juegan estos centros: son los lugares de reunión de la gente. Hemos descubierto que los lugareños pasan los fines de semana en estos sitios. Allí van a comer, a comprar, al cine o quedan con los amigos y la familia para dar una vuelta por las tiendas. Esto nos ha chocado mucho, pero entendemos el motivo: en muchas zonas, como la nuestra, no hay plazas ni lugares que permitan este compartir entre personas y el centro comercial ha tomado esta función.
Lo encontramos extraño, no estamos acostumbrados a pasar nuestro tiempo de ocio de esta manera. Sin embargo, un punto a favor es que son muy bonitos, están llenos de pequeños lagos, plantas y árboles, y también parques infantiles, y todo eso te aporta cierta sensación de espacio y libertad. Pero no deja de ser un centro comercial en donde todo te empuja a gastar.
Puede que leyendo esto te haya entrado una duda: ¿los centros comerciales también están abiertos en domingo? Sí rotundo. Aquí las tiendas no conocen lo que es cerrar por descanso semanal. Todas las tiendas y supermercados abren de lunes a domingo y con horario extendido, así que nunca te puedes llegar a quedar sin sal y conocer el amor de tu vida cuando te ves obligado a pedirla a tu nuevo vecino 😉 .
Estoy descubriendo que es muy diferente vivir un país que visitarlo con ojos de turista. Cuando haces el guiri, estás de vacaciones y tienes todo el tiempo del mundo, visitas los lugares más emblemáticos y no tienes que preocuparte demasiado por la rutina del día a día.
Vivir y trabajar en el país es diferente. No puedes seguir el ritmo de unas vacaciones ni tampoco puedes visitar tanto como querrías. Sin embargo, esto te permite conocer mejor la realidad del país.
Y llegados a este punto puede que tengas una pregunta bailando encima de tu lengua: pero ¿te gusta vivir aquí? Y la respuesta está llena de contrastes, como el país: me gusta tener esta experiencia, hay cosas con las que estoy encantada y disfruto, me gusta conocer nuevos lugares y ver cosas que nunca habría imaginado poder ver, pero no es un lugar donde me quedaría a vivir. A pesar de los lujos, que pueden llegar a deslumbrar (y bueno, no puedo obviar que es un gustazo aprovecharlos), vivir en una ciudad tan grande, con todo tan lejos, dependiendo siempre del coche, con tanto tráfico, con la naturaleza un poco lejos… No, no entraría en mi top de estilo de vida.
Lo bueno, ¡la experiencia en sí misma! Salir de mi mundo de siempre y ver otras realidades, abrirme de mente a cosas que no concebía, salir de mi zona de confort y descubrir nuevas cosas de mí misma… Crecer, aprender y vivir una experiencia que nunca habría imaginado.
A veces, creo que estoy viviendo en una película… Así que ya te contaré lo que va ocurriendo en los próximos capítulos 😉 .