Tres meses y algunas anécdotas

Ya han pasado casi tres meses desde que llegamos a México y nos instalamos en una ciudad y un departamento completamente desconocidos. Tres meses de muchos cambios, descubrimientos y aprendizajes. Como resumen, podríamos decir que, para adaptarse al país, uno tiene que tirar de paciencia, improvisación y flexibilidad… Y también de agua, mucha agua, porque cuando hace calor te puedes deshidratar.

Hace bastante que no escribo por aquí, pero hoy me he animado a publicar y contarte alguna anécdota más personal de las vivencias en el país. Verás que alguna es divertida, otra disparatada, también intimidante o incluso alguna de desesperante.

  • En solos 3 meses nos ha fallado todo: nos han cortado el agua y el gas por impagos de nuestra casera (en su defensa tengo que decir que, en el caso del gas, estaba todo pagado y nos lo cortaron sin razón). Explotó una centralita eléctrica del barrio (con incendio incluido; fue noticia en todo el país) y nos quedamos sin electricidad y wifi durante horas. Contrastando con todo esto, desde hace unas semanas tenemos tecnología punta en el ascensor: solo podemos subir y bajar con identificación biométrica facial.
  • El segundo fin de semana perdí la llave del departamento. Desesperante, no sabes cuánto, porque la perdí estando encerrada dentro del piso. Lo más surrealista: fuimos a varios cerrajeros y ninguno podía hacer una copia de la llave de mi chico porque, según nos dijeron, nadie en Querétaro tiene este tipo de llave (no busques la lógica en esto, aquí no siempre la hay). Lo más cómico: tenía un agujero en el forro del bolso y al fin encontré la llave escondida allí dentro.
  • A veces, el personal del complejo donde vivimos nos engaña. Sí, nos dicen mentirijillas que no hacen daño a nadie, pero entorpecen la tarea que uno está haciendo. Un ejemplo: tuve un problema con la lavadora y el encargado del mantenimiento me dijo que quien me la había de arreglar ya se hallaba en el rellano de mi departamento. En realidad el técnico no estaba, pero yo lo estuve esperando toda la tarde (spoiler: nunca llegó). Le envié varios mensajes al de mantenimiento y él no me contestó hasta la noche y solo para decirme que ya no localizaba al técnico. Todavía me pregunto si llegó a hablar con él en algún momento…
  • El día que fui al espectáculo de danza de una amiga madrileña, estuve una hora y media metida en un Uber para poder hacer un trayecto de veinte minutos. El tráfico en la ciudad es horrible, y esta situación es diaria y no excepcional. Suerte que el conductor era muy simpático y estuvimos hablando durante todo el viaje.
  • Conocí a un conductor de Uber que años atrás fue extorsionado por el Cártel de la droga del estado donde vivía. Me contó como la mafia se cargó los comercios y la economía de la zona debido a la extorsión constante. Cada vez les pedían más dinero hasta que llegó a trabajar solo para poder pagar a su usurpador. Él fue uno de tantos que tuvieron que marcharse a otro estado para intentar rehacer su vida lejos de todo esto.
  • En nuestro condominio viven personas de muchos países diferentes. Es una de las cosas que más me gusta de la ciudad: la gran diversidad cultural que hay. Un sábado nos invitaron a comer unos vecinos y tuvimos una cena de lo más variopinta: un catalán casado con una marroquina con un hijo mexicano (nacido aquí), una rusa casada con un austríaco y con hijos también mexicanos, una pareja venezolana con su hija, una familia mexicana y nosotros dos.
  • También estuvimos invitados a una cena tradicional china y comimos Hot Pot por primera vez. Fue realmente interesante y creo que vivimos todos los clichés: la bienvenida con el té, la amabilidad, la jerarquía, el compartir la comida, flipar por como utilizan con maestría los palillos (yo me pasé a los cubiertos a la primera de cambio), el vino chino (está muy bueno, pero quema como el fuego) y, finalmente, la sesión de karaoke en la que nos reímos un montón.
  • Tuvimos una visita guiada por el centro de Querétaro con una mexicana y nos encantó descubrir nuevos rincones que todavía no habíamos visitado (el Centro Histórico es muy bonito, con un ambiente colonial casi mágico). Al terminar la visita, nos metimos en un bar tradicional y, después de unas cervezas y cheladas, probamos el mezcal. El mezcal es la bebida alcohólica tradicional mexicana y es muy muy fuerte, pero lo que más nos impactó fue ver que había serpientes y escorpiones bañados en la mezcla. Nosotros probamos el mezcal de escorpión y oye… no estuvo mal.
  • Hicimos una excursión express a Teotihuacán de tan solo un día, pero valió la pena. Las pirámides prehispánicas son simplemente magníficas. Monumentales, extraordinarias, casi parecen un decorado irreal. Es como si te metieras en un lugar que no es del todo verdad, me sentí como si estuviéramos paseando en medio de un sueño.

Y bueno… Creo que corto el rollo aquí, ¡que esto no es una novela! Hay más anécdotas y vivencias, pero de momento se quedan en el tintero 😉

Un abrazo,

Arya

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