Sant Jordi: libros, princesas, caballeros y dragones

«Cuenta la leyenda que existió un reino devastado por la furia de un temible dragón. Para apaciguar el hambre de la fiera, le ofrecían el ganado, pero cuando este se terminó, decidieron hacer un sorteo entre los ciudadanos y cada día uno salía elegido como sacrificio. Llegó un día que le tocó a la princesa del reino y, muy a pesar del rey y de todo el pueblo (era una dama muy querida), tuvo que cumplir con su destino. Pero, cuando se marchaba con el monstruo, llegó un caballero montado en un caballo blanco armado con una lanza y desafió al dragón. Fue una lucha sangrienta hasta que el caballero logró matarlo, y así liberar a la princesa y a todo el reino. De la sangre del dragón surgió un rosal de preciosas rosas rojas y el caballero cortó la más bella y se la ofreció a la princesa.»

La leyenda de Sant Jordi es una fábula medieval, del siglo XII, que se remonta a una época donde los reinos estaban en guerra, los monstruos existían en el imaginario de la gente, los caballeros luchaban por honor (y seguramente también por orgullo y poder) y las princesas eran queridas y protegidas por los súbditos. Todos sabemos que el contexto social ha cambiado mucho desde entonces, pero las leyendas son leyendas y parte de su encanto es que nos acercan a una realidad que ahora nos es muy ajena.

Por eso creo que la épica y la magia de la historia nos sigue atrapando cada año. La leyenda se ha convertido en una de las tradiciones más bonitas de mi tierra, donde las calles y las plazas se llenan de rosas para que cualquiera las pueda regalar a sus seres queridos como muestra de amor, respeto o amistad. Aunque, si escuchamos bien el eco de la historia, también regalamos valentía, lucha y victoria, no solo la del caballero que logró la hazaña, sino también la de la princesa y todos los ciudadanos que se enfrentaron al dragón con coraje y altruismo para defender a su gente.

Y ¿por qué también se regalan libros por Sant Jordi?

Esta práctica se incorporó a principios del siglo XX, cuando el gremio de los libreros de Barcelona quiso impulsar la venta de libros aprovechando la leyenda y la relevancia literaria del 23 de abril. Desde entonces los libros simbolizan el conocimiento y la cultura, y las rosas la pasión y el amor.

Durante muchos años, la tradición señalaba que el enamorado regalaba una rosa a su dama y ella, si le correspondía, un libro. Pero la historia cambia, la vida se transforma y la cultura nunca es la misma porque está viva, igual que las personas que la conforman. Por eso, ahora, las rosas se reparten a millares y los libros también. Cada cual es libre de seguir la tradición antigua o la actual, en donde todos podemos gozar de la belleza de una rosa y no dejar escapar la maravillosa oportunidad de leer un libro más.

Bona diada!