UN POCO SOBRE MÍ


Los cuentos y los libros forman parte de mi vida desde pequeña gracias a mis padres y mis abuelos.

Empecé a inventar mis propias historias cuando tenía unos dos o tres años. Contaba las aventuras de un pájaro llamado El pajarito volante y lo metía dentro de los cuentos tradicionales (ahora se diría que hacía retellings).

Mi infancia estuvo marcada por Los Goonies, los clicks de Playmobil y las novelas de Enid Blyton. Gracias a ella y su serie Aventura me enganché sin remedio a la lectura.

Fui adolescente en los 90 y, como muchos de mi generación, me convertí en fan incondicional de Dragon Ball. En esa época, no leía romántica y mi novela favorita era Piratas, de Alberto Vázquez-Figueroa. La primera historia de romance juvenil que leí fue Cassiopea o l’estiu polonès, de Michèle Marineau, y quedé atrapada para siempre al género.

Escribo desde que mi vecina me regaló mi primer diario y, desde entonces, no he parado. Intenté escribir mi primera novela cuando tenía unos diecisiete años, pero nunca la terminé. No fue hasta muchísimos años más tarde que consideré la posibilidad de volver a intentarlo, y esta vez sí lo conseguí. Y ahora se me acumulan las historias en la cabeza.

Trabajé varios años en el ámbito del medio ambiente, pero, un día, mi alma creativa se rebeló contra lo establecido y me empujó a cambiar de rumbo profesional para dedicarme a la vida bohemia (léase en tono gracioso) de artista.

Creo en el amor, en todos los sentidos. Donde hay amor de verdad, de ese que te da apoyo y alas, allí es el lugar donde uno debe habitar.

Algunas de las novelas que más han influenciado mi escritura: Harry Potter, de J.K. Rowling, saga Lux y Los elementos oscuros, de Jennifer L. Armentrout, Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, Divergente, de Veronica Roth, y Cazadores de sombra, Los orígenes y Los instrumentos mortales, de Cassandra Clare. Y hay dos autoras nacionales que me encanta leer por su sensibilidad y su preciosa narrativa: Alice Kellen y María Martínez.

Arya S. Winter es mi seudónimo de escritora de novela romántica-juvenil-fantasía. Por motivos personales, quería jugar con las letras A/S y elegí Winter porque me gusta como suena y porque refleja todo ese tiempo que contuve las historias dentro de mí. Es una forma de hacerle un guiño a mi propio invierno creativo. Inicialmente, quise llamarme A. S. Winter, pero el nombre de Arya no paraba de martillearme el cerebro, era muy insistente, así que, al final, lo adopté. En la letra S. se refugia mi verdadero nombre.