SOBRE ARYA

1. Los cuentos y los libros forman parte de mi vida desde muy pequeña. De niña, cada noche, mi madre nos contaba un cuento y era algo que yo siempre esperaba con ilusión. A mi padre le gustaban mucho los libros y era fascinante investigar las estanterías llenas de ejemplares de todo tipo. También recuerdo los mediodías, cuando mi abuelo nos contaba historias inventadas de Tarzán, Jane y la mona Chita.
2. Empecé a inventar mis propias historias cuando tenía unos dos o tres años. En realidad, era una saga interminable de un pájaro llamado El pajarito volante. Lo metía dentro de los cuentos tradicionales y luego hacía retellings bastante alocados con él como protagonista, incluso tenía toques de musical porque algunas partes eran cantadas.
3. Mi infancia estuvo marcada por Los Goonies, los clicks de Playmobil y las novelas de Enid Blyton. Gracias a ella y su serie Aventura me enganché sin remedio a la lectura.
4. De jovencita, hubo un tiempo que leía todo lo que caía en mis manos y recuerdo perfectamente dos novelas que me traumatizaron al no leerlas en la edad que tocaba: Diez negritos, de Agatha Christie (qué miedo pasé) y Flores en el ático de V.C. Andrews (una relación incestuosa para la que mi mente infantil no estaba preparada).
5. Fui adolescente en los 90 y, como muchos de mi generación, me convertí en fan incondicional de Dragon Ball. En esa época, no leía romántica y mi novela favorita era Piratas, de Alberto Vázquez-Figueroa. Sin embargo, una de las primeras historias de romance juvenil que leí fue Cassiopea o l’estiu polonés, de Michèle Marineau, y con este libro quedé atrapada para siempre al género.



6. Escribo desde que mi vecina me regaló mi primer diario y, desde entonces, no he parado. Intenté escribir mi primera novela cuando tenía unos diecisiete años, pero nunca la terminé. No fue hasta muchísimos años más tarde que consideré la posibilidad de volver a intentarlo, y esta vez sí lo conseguí. Y me salió una novela, y luego otra, y después otra más… Y ahora se me acumulan las historias en la cabeza.
7. Trabajé varios años en el ámbito del medio ambiente, pero, un día, mi alma creativa se rebeló contra lo establecido y me empujó a cambiar de rumbo profesional para dedicarme a la vida bohemia (léase en tono gracioso) de artista.
8. Me transformo en un ser un tanto odioso-quisquilloso cuando me sale la vena perfeccionista, pero solo me dura un rato. Quizás tiene algo que ver con la luna llena o puede que todavía corran por mi organismo los restos de esa poción de exigencia que me bebí a temprana edad; tengo que investigarlo un poco más.
9. Me gusta aprender y tengo infinita curiosidad. Si «aprendedor» fuera una profesión, estaría en mi top de cosas que quiero ser de mayor.
10. Me apasiona investigar, descubrir y conocer cómo funcionan la mente y las emociones de las personas, es algo que incluso me tiene obsesionada.
11. Me encantan las gorras y todo lo que sirva para adornar la cabeza.
12. Mi palabra favorita es: arrecife.



13. Entraría dentro de la categoría PAS (persona altamente sensible): siento las emociones con mucha intensidad, no solo las mías, también las de los demás, y también tengo sensibilidad perceptiva y eso hace que perciba cosas sutiles que no siempre notan los demás. Antes, creía que esto era una maldición porque no sabía lo que me ocurría ni cómo gestionarlo. Ahora, que voy aprendiendo, lo veo como una capacidad que puedo desarrollar y equilibrar.
14. Creo en el amor, en todos los sentidos. Donde hay amor de verdad, de ese que te da apoyo y alas, allí es el lugar donde uno debe habitar.
15. Y he descubierto que ese lugar no siempre hay que buscarlo fuera, sino que empieza en uno mismo. Amar y respectar quién soy y lo que me gusta, lo cambia todo.
16. Algunas cosas random, extrañas, interesantes y divertidas que he hecho (y que me gusta recordar): excavar un yacimiento prehistórico y tumbas medievales, trabajar un verano en Menorca y vivir dentro de una torre de vigía de piratas, cantar en solitario y en dueto en la sala Foyer del Gran Teatre del Liceu, decorar un trozo de madera y hacerme un cabezal de cama con pastas de modelar y pinturas, sobrevolar el Grand Canyon en helicóptero.
17. Algunas de las novelas que más han influenciado mi escritura: Harry Potter, de J.K. Rowling, saga Lux y Los elementos oscuros, de Jennifer L. Armentrout, Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, Divergente, de Veronica Roth, y Cazadores de sombra, Los orígenes y Los instrumentos mortales, de Cassandra Clare.
18. Autoras que me encanta leer por su sensibilidad y su preciosa narrativa: Alice Kellen y María Martínez.
19. Arya S. Winter es mi seudónimo de escritora de novela romántica-juvenil-fantasía. Por motivos personales, quería jugar con las letras A/S y elegí Winter porque me gusta como suena y porque refleja todo ese tiempo que contení las historias en mi interior. Es una forma de hacerle un guiño a mi propio invierno creativo. Inicialmente, quise llamarme A. S. Winter, pero el nombre de Arya no paraba de martillearme el cerebro, era muy insistente, así que, al final, lo adopté. En la letra S. se refugia mi verdadero nombre.


